miércoles, 25 de agosto de 2010

EL POETA SUIZO ROBERT WALSER, LA NIEVE Y LA LUNA


Arriba portada de la novela "Der Gehülfe" de Robert Walser. Editorial Suhrkamp www.suhrkamp.de



„La literatura, como decía Mauriac, constituye el puente

entre la infancia y la muerte. Tiene razón, no hay ninguna duda.

La infancia es una fuente de riqueza interior y de enseñanza,

la muerte una fuente de preocupación y de angustia“.



Elie Wiesel


„Para crear, me he destruido; tanto me he exteriorizado

dentro de mí, que dentro de mí no existo sino exteriormente.

Soy la escena viva por la que pasan varios actores

representando varias piezas“


Fernando Pessoa

Entre todas las alegrías, la absurda es la más alegre;
es la alegría de los niños, de los labriegos y de los salvajes;
es decir, de todos aquellos seres que están más cerca
de la Naturaleza que nosotros.

José Martínez Ruíz, Azorin


Por Jose Carlos Contreras


Hoy el cielo de la noche del sureste alemán ha estado acicalado de una imponente luna llena. Las lunas llenas tienen la vocación de no dejarme dormir, y la mitología, que ha sido una de mis debilidades infantiles, me crearon muchas veces un aferrado miedo a la licantropía. En luna llena veía al hombre lobo por todas partes. Cosas que ahora me hacen reír, incluso porque quizá las lunas llenas que veía en mi niñez hayan sido distintas a las de hoy: antes las veía duplicadas en el espejo del Océano Pacifico, hoy las observo a la distancia al paso del río Rhin o encima de la silueta de la Selva Negra. La luna de esta noche me ha traído a la memoria el poema „En la oficina“ del poeta suizo Robert Walser, ese poema que empieza así:

„Der Mond blickt zu uns hinein / La luna nos mira desde afuera“.

Pero esa luna blanca, además, me ha trasladado al ampo de la nieve, sobre la que un día de navidad fuera encontrado muerto el poeta Robert Walser. No sé si esa noche habría luna llena, pero luna llena y nieve poseen una presencia mágica antípoda: el blanco de arriba y el blanco de abajo. Además, contemplar una luna llena reflejada en la claridad de la nieve es una imagen extraordinariamente bella, de la que Hermann Hesse ha dejado páginas gloriosas. Sobre la nieve se quedó dormido para siempre Robert Walser, poeta que en vida escribió mucho y sufrió mucho, se sintió mal al padecer la falta de favoritismo de los lectores que estuvieron más inclinados a la lectura de otros escritores de su tiempo, por eso, y quizá por otras cosas, Walser decidió pasar sus dos últimas décadas de vida encerrado en un manicomio estando más lúcido que nadie.


A veces la gran literarura se escribe con dolor, y sobre todo con el dolor que se va atiborrando en el alma empujado por las fuerzas ocultas de la existencia. Para mí Robert Walser es un ejemplo total del escritor que se entrega por completo a su oficio, a su pasión, a pesar de ese final absurdo y a la vez tan poético que lo dejó petrificado en la nieve, imagen que ha quedado petrificada en la memoria de millones de sus admiradores. Yo no soy nadie para juzgar mi vida o la vida ajena. Nadie es lo suficientemente lúcido para desentrañar el arcano que es la vida y juzgar asimismo sus avenidas que a cada minuto cambian. Martin Walser lo sabía y se durmió para siempre mientras en alguna casa suiza se cantaban los villancicos más entrañables una noche de 1956. Martin Walser me recuerda mucho al poeta alemán Friedrich Hörderlin (1) y a Roberto Bolaño. La literatura de Martin Walser fue admirada por Kafka, cuya literatura ligan los hermeneutas con Walser (2) y Canetti también reconocía su fascinante pluma. Igualmente la obra de Walser es una de las favoritas de ese grandilocuente escritor español con nombre tan hermoso: Enrique Vila-Matas.


Acabo de leer los versos de Walser en medio de esta loca luna llena y en medio de este verano vacacional de agosto de 2010 que pronto me llevará a tierras andaluzas y luego a las montañas turcas, mientras tanto, leo y releo, tantas cosas leo que sería tonto vanagloriarme, ya que la lectura y la relectura me lleva a comprobar tristemente cada día la gran ignorancia que abarca mi cerebro chato.

El poema que he traducido en esta oportunidad contiene 15 versos. La traducción, que indudablemente es una mala fotocopia, se aparta definitivamente de la sonoridad del idioma alemán al ser traducido al castellano. Pero el mensaje de ninguna manera se afecta por ese cambio. El poema „En la oficina“ aborda la existencia de un funcionario o un empleado adscrito a su oficina (aunque la imagen del empleado puede sencillamente ser utilizado para cualquier ocupación). Walser era un empleado bancario, pero un empleado algo fuera de lo común, porque se dedicó más a su oficio literario y fue conocido por su costumbre de andar cambiando de casa. Estos versos me recuerdan a Kafka, porque era jurista y funcionario en su amada y odiada Praga. También a Fernando Pessoa, que pasó parte de su vida en una oficina en Lisboa, y, a algunos personajes burócratas de los estupendos cuentos del peruano Julio Ramón Ribeyro (3)

En esa oficina, donde está sentado nuestro personaje ingresa la luna que lo mira como un pobre criado que trabaja bajo la mirada severa de su jefe. En el poema aparecen imagenes que describen con ironía el estado de riguroso sometimiento que padece. Entonces la luna sumerge la cabeza de nuevo en el verso once como una herida de la noche, contraponiéndose a la imagen romántica que se tiene de ella en la cultura occidental. Igualmente las estrellas son vestidas con un ropaje raramente usado en la literatura: son gotas de sangre. Y finalmente nuestro personaje rodeado por las cuatro paredes de su oficina acepta su condición en silencio porque para eso lo han hecho. Aquí el poema. Va por ustedes.

IM BUREAU

Robert Walser

Der Mond blickt zu uns hinein,
er sieht mich als armen Kommis
schmachten unter dem strengen Blick
meines Prinzipals.
Ich kratze verlegen am Hals,
Dauernden Lebenssonnenschein
kannte ich noch nie.
Mangel ist mein Geschick;
kratzen zu müssen am Hals
unter dem Blick des Prinzipals.
Der Mond ist die Wunde der Nacht,
Blutstropfen sind alle Sterne.
Ob ich dem blühenden Glück auch ferne,
ich bin dafür bescheiden gemacht.
Der Mond ist die Wunde der Nacht.



EN LA OFICINA


Robert Walser

Traducción: Jose Carlos Contreras Azaña. Karlsruhe 2010.


La luna nos mira desde fuera
y me ve como un pobre criado
bajo la mirada severa de mi patrón.
Me rasco el cuello con temor
rayos solares que duran una vida
no he conocido nunca.
La escazes es mi destino
verme obligado a rascarme el cuello
bajo la mirada de mi patrón.
La luna es la herida de la noche,
gotas de sangre son todas las estrellas.
Como la próspera ventura está alejada
me han hecho para ser modesto.
La luna es la herida de la noche


(1) Johann Christian Friedrich Hölderlin nació el 20. März 1770 en Lauffen am Neckar; y murió el 7. Juni 1843 en Tübingen.



(3) De Julio Ramón Ribeyro, recomiendo la lectura de sus cuentos, entre ellos el cuento „Silvio en el Rosedal“.

miércoles, 11 de agosto de 2010

EL CONCIERTO (DAS KONZERT): EXCELENTE CINE EUROPEO


Arriba afiche de la película Das Konzert del director Radu Mihaileanu.


„He oído decir que la única manera de cuidar el ánimo es manteniendo templada la cuerda de nuestro espíritu, tenso el arco, apuntando hacia el futuro".

Enrique Vila-Matas en "Dietario voluble"




Ya era hora que me rindiera al cine nuevamente. Ya estaba perdiendo las esperanzas de encontrarme con al menos alguna buena película en este primer semestre de 2010, una que atravesara la línea de lo muy regular o regular y me devolviera la esperanza de que ver cine no es sólo pagar tu entrada, sentarte en tu butaca tranquilito sin decir ni pío, antes, leer la críitica de la prensa, escuchar algunos comentarios de amigos, dejarte manipular por los folletos de las empresas de cine que te llenan de maravillas sobre las películas que venden, ya era hora de romper con todo ese hechizo porque eran para mí casi seis meses de sequía y de seguir viendo películas regularonas, o, por allí, aguna que otra rozando lo bueno, hasta que me toqué con Das Konzert / El concierto del director rumano-francés Radu Mihaileanu, y el encanto por el cine ha vuelto a tocar la puerta de mi casa.


Con el respeto que se merecen las 30 películas que he visto este semestre, donde he sentido el gran trabajo de directores, artistas, productores, etc. Con el respeto que se merecen todas las gentes que trabajan alrededor del séptimo arte, escribiría con mayúsculas en estas líneas del presente párrafo que acabo sencillamente de ver una película que no dudo en calificar como más que una buena película.


El guión a veces raya la exageración de los estereotipos sobre la población rusa, pero, cuidado, sólo se trata de un encantador humor negro. El film posee algunos segundos que sobran, algunos momentos que se han hecho, seguro, para atrapar al público menos cinéfilo, o mejor dicho al acostumbrado a ver ciertas películas a las que no me atrevo a perder mi dinero. Hay demasiada ficción en Das Konzert, un argumento no apto para analíticos, muchos tópicos desparramados desde Moscú a París, algunos errores en el tiempo que caen en el absurdo, cosas que no encajan para el espectador analista, sarcasmo contra el comunismo en donde el capitalismo también se ve vapuleado, osea una película que arriesga en un envidiable lenguaje cinematográfico lleno de comicidad, sensibilidad, música, humor, absurdo y sobre todo demasiada ficción, pero de eso se trata, de ficcionar, y de hacerlo de una manera en la que el espectador navegue como en un río a través de la trama del film.


En la película Das Konzert, te ríes, y también te pones triste, hasta lloras: quizá la música deTchaikovsky, especialmente ese concierto de violín en Re Mayor Op. 35 juega un rol preponderante porque sirve de colofón para desentrañar una historia inverosimil pero sumamente tierna y a la vez atroz, y de cualquier manera bien estructurada. El film El concierto, repito es cine de kilates, pertenece a esa camada de películas de colección y aptas para ser vista más de una vez y de recomedar hasta el hartazgo.


El argumento es sorprendente, ya lo decía, absurdo y genial: Andrei Filipo era el mejor director de orquesta de la Unión Soviética en el época de Brezhnev, pero lo degradan por no echar a los músicos judios que tocan bajo su dirección. Entonces lo echan a él de la famosa orquesta Bolshoi y tiene que sobrevivir de limpiador de la sala que reúne a la misma orquesta. Igual suerte corren sus músicos que sobreviven haciendo otros trabajos en diferentes puntos de Moscú. Tres décadas más tarde, cuando limpiaba la oficina del director de la orquesta Bolshoi, Andrei Filipo lee un fax que acaba de enviar de París el administrador del Teatro de Chatelet invitando a la orquesta Bolshoi a un concierto. En ese momento Andrei Filipo comienza su viaje al pasado y tiende una cortina de venganza que aflorará con los días: decide reunir a todos sus músicos que tocaron con él hace treinta años y logran, usando una serie de artimañas, presentarse en París y conquistarla. En el film corre una historia paralela sobre la procedencia de los padres de la violinista que acompañará a la orquesta de los músicos impostores. A la vez salen a relucir una serie de pequeñas historias de algunos miembros de la orquesta estando en la capital francesa. El concierto que dan es grandioso y logran meterse al bolsillo a todos los públicos del mundo.


Hacía seis meses que no veía una película excelente: me recordó la plasticidad y belleza de la película japonesa Nokan (1) o, una más pasada, el maravilloso film La vida de los otros. Das Konzert (2) es encantadora y hay que verla tranquilito, sin buscar los errores, sino dejarse abrasar por el caluroso beso de la ficción.



(1) NOKAN / DESPEDIDAS: EXCELENTE CINE JAPONÉS


(2) http://www.konzert-derfilm.de/

jueves, 5 de agosto de 2010

ELIAS CANETTI, VALLEJO E HIROSHIMA




Arriba la portada del libro „Auto de fe“ de Elias Canetti; al lado, foto de César Vallejo.



„Contra el Fukú hay que cruzar los dedos y decir zafa“


Junot Díaz

La Maravillosa vida breve de Oscar Wao



„Hay golpes en la vida tan fuertes... yo no sé!“ escribió el poeta peruano César Vallejo en uno de sus poemas más conocidos: „Los heraldos negros“. Nefasto es el recuerdo que se avecina a mi puerta, porque este 6 de agosto se cumplen 65 años del lanzamiento de la bomba de Hiroshima: un tema tabú entre las víctimas y sobrevivientes. Un asunto que vuelvo a leer en todos los medios de prensa y que una voz como la de Hideto Sotobayashi, sobreviviente de esa hecatombe, lo recuerda, despellejando al silencio en respuestas entrecortadas en un reportaje que publica el diario alemán Süddeutsche Zeitung de la ciudad de München (1).


Hay impulsos ocasionales e inesperados que pueden dar una orientación a la vida“, leo en la página 28 del maravilloso libro „Auto de fe“. Eso de maravilloso no es una exageración, es simplemente una verdad tan igual como el teorema de Pitágoras que dice que en un triángulo rectángulo, el cuadrado de la longitud de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos:

c² = a² +b²


„Auto de fe“ es un libro fundamental para adentrarse en la literatura de Elias Canetti. La vez pasada, cuando conversaba sobre este autor, la persona que me escuchaba me mencionó el libro „La sombra del viento“ de Carlos Ruiz Zafón, cuando le contaba la aventura del chiquillo lector que se queda a pasar la noche en una inmensa librería para tratar de leer los diez mil volúmnes que alberga. Pero la oscuridad se lo impide y se pone triste, luego descubre con terror que por la noche los libros son hojeados por fantasmas. Diez mil libros y sobre cada uno un fantasma acluclillado (2).


A mi interlocutora le dije que leer a Carlos Ruiz Zafón es maravilloso (al menos el libro mencionado), pero le invité amablemente a probar suerte con Canetti y que la próxima nos encontraríamos para hablar no sólo de Ruiz Zafón o Elias Canetti, sino también sobre las pequeñas cosas de la vida, porque en las cosas más sencillas a veces se esconde la gran filosofía y porque „hay impulsos ocasionales e inesperados que pueden dar una orientación a la vida“.


No quería hablar sobre Canetti, pero el texto con que comienzo esta escritura me recuerda un poema de W. H. Auden „Funeral Blues“. Un poema tan triste como cuando un padre entierra a su hijo o viceversa. Toda muerte produce tristeza, pero esa tristeza, que es parte de nosotros en cualquier momento de nuestra existencia nos demuestra que hay algo sumamente dialético a la tristeza entre nosotros: la risa, la felicidad, la alegría, la algarabía, el regocijo, la buena suerte. Y eso lo sabemos porque conocemos su antípoda. „Funeral Blues“, me arrastra irremediablemente al poema tristísimo „Llanto por Ignacio Sánchez Mejía“ de García Lorca, y este a „Poema 20“ de Pablo Neruda, y este a „Ars vivendi“, de Juan Cobos Wilkins, y este a „Un hombre pasa con un pan al hombro“ de César Vallejo, y así sucesivamente hasta llegar a „!Adios! de Alfonsina Storni o „Mi piano azul“ de Else Lasker-Schüler.


Este último poema trata sobre un piano solitario escondido en un sótano porque arriba se despanzurran los hombres en plena Segunda Guerra Mundial, y a eso quería volver, porque le voy dando rodeos a la tristeza y al recuerdo, porque este 6 de agosto de 2010 se cumplen 65 años del lanzamiento de la bomba en Hiroschima y acabo de leer, decía, un reportaje a uno de los sobrevivientes de esa hecatombe Hideto Sotobayashi en el Süddeustche Zeitung. En aquel entonces Sotobayashi tenía 16 abriles y era un privilegiado entre los niños ya que en plena guerra muchos menores de edad estaban obligados a trabajar para la industria. El cuenta la anédocta de cómo se libró del trabajo y cómo llegó a ingresar al colegio, dice que los militares le preguntaron que dónde tendría un tercer ojo si Dios se lo diera, a lo que él contestó: en el dedo.


Cuenta además sobre el momento en que cayó la bomba. Recuerda que él estaba paradojicamente en la clase de química (hoy es químico de profesión, quizá por el amor odio que le produce el uranio). Recuerda además que rescató a su amigo Komyo, quien tenía, después de la explosión, una oreja colgando. Su madre murió tres dias después, a los 35 años de edad. Al final habla de sus miedos de una amenaza nuclear y del temor de que todos pendemos de un hilo cuando se habla de la existencia de un peligro atómico en el cual un dedo podría pulsar un botón y afectar a 6 millardos de personas. De eso tiene miedo Hideto Sotobayashi. Yo también. ¿Auto de fe? ¿Die Blendung? ¿Hiroshima? ¿Hay tantas preguntas qué responder?. De esas también tengo miedo.

Abajo les apunto el poema del poeta más más grande que ha dado la literatura en castellano: César Vallejo. Vallejo murió antes del inicio de la segunda guerra mundial, pero experimentó su tufo profético durante la guerra civil española.


LOS HERALDOS NEGROS


César Vallejo


Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé!

Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema

Y el hombre… Pobre… pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!



(1) Hideto Sotobayashi: Ich überlebte Hiroshima


(2) Auto de fe. Elias canetti. De Bolsillo 2006. Traducción y edicißon de Juan José del solar. Página 29.

miércoles, 4 de agosto de 2010

SOBRE „DIETARIO VOLUBLE“ DE ENRIQUE VILA-MATAS, TALES DE MILETO Y LA PEREZA


A la izquierda, la carátula del libro „Dietario voluble“ de Enrique Vila-Matas. Editorial Anagrama http://www.anargrama-ed.es/ . A la derecha, el segundo teorema de Tales de Mileto. Fuente: http://symploke.trujaman.org/


„Lo más sabio es el tiempo, porque esclarece todo“


Tales de Mileto



„Cuando la pereza te hace infeliz, tiene el mismo valor que el trabajo“ leo en la página 80 del libro „Dietario voluble, un jugoso cuaderno de notas de Enrique Vila-Matas que encanta. Voy atravesando el ecuador del referido libro y a estas alturas, cuando me veo al espejo y me digo que desde el lunes gozo de vacaciones no dejo de cavilar con estas palabras talladas a rajatabla venidas al recuerdo del escritor nacido en Barcelona y que fuera provocado por el recuerdo de Oblómov en la frase de Jules Renard: „Cuando la pereza te hace infeliz, tiene el mismo valor que el trabajo“.


Dietario voluble me lo trajo de Málaga mi estimada Marta Maria, tras su visita a una escuela de idioma español para extranjeros. Espero que Marta, que procede de la tierra de Herta Müller, la premio Nobel de Literatura 2009, pronto tenga la oportunidad de leer tan alta literatura como produce Enrique Vila-Matas. El libro tiene en la portada una foto muy curiosa: reconozco la espalda del escritor, quien enfundado en una camisa oscura introduce cuatro dedos de su mano derecha en la parte superior trasera de sus pantalones, topando finamente su correa de cuero. La otra mano no se ve. Pero la foto impresiona porque me da la sensación que el escritor quiere sostener sus pantalones o quizá sea la manía física de apoyarse en algo mientras piensa en sus adentros.


Estos cuadernos de notas se pueden leer pausadamente, porque cada texto cambia de espacio y de tiempo, y el lector se pierde placenteramente a través de recuerdos, experiencias cotidianas, recuerdos de lecturas pasadas, sorpresas del día a día que el escritor vive. Sus opiniones seducen y te invitan a cavilar. Como ejemplos un par de líneas: „...es bien sabido que una minoría selecta hay una mayoría de imbéciles“( página 51). „Y es que ningún escritor es bueno hasta que aprende a corregir“ (página 52). „Si vas en taxi al aeropuerto, corres el peligro de que el conductor te machaque con cualquier emisora de radio fascista de esas que te insultan personalmente“ (página 156).


A mí me encantan estos cuadernos divididos en capítulos desde el 2005 hasta el 2008, sobre todo me ha hecho reír esa historia que cuenta cuando al escritor se le bloqueó el ordenador a tres horas de presentar unos textos a la imprenta, y aquel en donde aborda la obsesión que tiene el escritor por el incio de una novela y en la que además toca los más impresionantes inicios de novelas, ratificando lo que también siempre he sentido: el comienzo de la novela de Albert Camus, „El extranjero“ (aunque Vila-Matas diga que le había impresionado cuando era un infante) y, el cual no sé por qué me recuerda a las primeras páginas del capítulo „La Parte de Fate“, del libro 2666 de Roberto Bolaño. En ese mismo texto, Vila-Matas, habla igualmente del inicio grandioso de la novela Los Detectives salvajes; de Rayuela de Julio Cortazar y del Ulises de James Joyce.


Y ahora que han comenzado mis vacaciones de verano, las cuales me llevarán, entre otras latitudes interiores o exteriores, a volver a unos de los lugares más hermosos de Andalucía, Cádiz, la ciudad más antigua de Europa, en donde tengo previsto adentrarme una vez más al Parque Nacional de Doñana, a volver a tomar un buen Jerez desde la tierra del Jerez, en Jerez de la Frontera, y a recordar mis amores pasados recorriendo Puerto de Santa María, la ruta del toro, San Lucar de Barrameda, Tarifa y, quizá ,Conil de la Frontera. Y después de España y continuando mi periplo -de no hacer nada y olvidarme de „cuando la pereza te hace infeliz, tiene el mismo valor que el trabajo“- me iré a recorrer los santuarios que recorría el primer filósofo de la historia Tales de Mileto, considerado el iniciador de la indagación racional sobre el universo, allá por los montes de Turquía. Me escaparé por allí, con mi mochila, mi bolígrafo, mi libreta de apuntes y con las enormes ganas de tapar el sol con un dedo. Va por ustedes.

lunes, 2 de agosto de 2010

KARLSRUHE Y LOS 250 AÑOS DE POETA JOHANN PETER HEBEL

Abajo, portada del libro sobre Johann Peter Hebel „Humanität und Lebensklugheit für jedermann“ de Franz Littmann www.suttonverlag.de . Arriba, afiche del homenaje que la ciudad de Karlsruhe organizó en el 250 aniversario del nacimiento del poeta.



"Armer Kannitverstan", rief er aus, "was hast du nun von allem deinem Reichtum?

Johann Peter Hebel (Basel, 1760 – Schwetzingen 1826)



Por Jose Carlos Contreras


Escribir el nombre del poeta Johann Peter Hebel, cuyo 250 aniversario de su nacimiento se recuerda este 2010, me lleva irremediablemente a pensar en los viejos diaros que guardaba en el segundo piso de mi casa en Perú y que un día los eché a la basura; en uno de ellos, en La Prensa de Lima, leí un editorial que señalaba que siempre habría ricos y pobres en el mundo. Esa premisa provocó en mi infancia insufladas discusiones con mis amigos de barrio y de la escuela: tendríamos nueve o diez abriles, recuerdo. Johann Peter Hebel me devuelve a la memoria esa premisa porque cuando terminé de leer su cuento Kannitverstan, que es un cuento con mucho humor, corto, sencillo y maravilloso, me dejó el mismo sabor.


Kannitverstan aborda la historia de un chico de habla alemana que llega a Amsterdam y fascinado por todo lo que ve allí recorre el puerto, allí observa una deslumbrante mansión y pregunta a quién pertenece la hermosa casa y la respuesta que recibe es „Kannitverstan“, que trasladado del holandés al alemán sería algo como „ich kann dich nicht verstehen“, yo no te entiendo. Como para hacer breve la cosa, termino indicando que el jovenzuelo luego de quedar fascinado por la belleza de la rica mansión observa pasar por la calle un cortejo fúnebre, y él quiere saber quién ha muerto y recibe la misma respuesta: „Kannitverstan“. Al final nuestro joven personaje, creyendo que el muerto es el señor Kannitverstan, filosofa sobre el mismo destino que tiene el pobre y el rico: la muerte.


El cuento está provisto de un finímisimo humor negro y sobre todo del factor sorpresa que lleva siempre un buen relato, pero hay un asunto que me ronda la cabeza desde que leí Kaninntverstan, porque al ser identificado el joven personaje como un obrero alemán se puede llegar a pensar que el poeta Johann Peter Hebel quería trasladar a las masas de las primeras décadas del siglo XVIII el mensaje de que hay que aceptar nuestro destino y que siempre en la vida habrá ricos a pobres. Y por supuesto, al lado de cada rico y cada pobre, la imperiosa guadaña de la muerte.


Johann Peter Hebel nació en la ciudad de Basel y vivió en la ciudad en la que vivo hoy, karlsruhe. Me hubiera gustado traducir algunos de sus poemas que contienen un gran humor, pero existe una dificultad a la hora de la traducción: él escribía en dialécto alemán, muchos de sus versos de algunos de sus poemas los comprendo a medias, osea, si viviera aún Johann Peter Hebel le diría: Kannitverstan. Para los analistas la obra de este ilustre poeta es una de las más importantes en el campo de las lenguas germánicas: Alemannisch, alemánico.


Para prueba un botón: traduzco dos versos de su poema Der Storch, la cigüeña. Aquí van:


Willkumm, Heer Storch!Bisch au scho do,
un schmecksch im Waiher
(1) d'Frösche scho?


Bienvenido, señor cigueña! Ya estás también allí?

Y te gustan las ranas del estanque ya?


Ayer domingo 1 de agosto la ciudad de Karlsruhe realizó un homenaje en el centro de su plaza más conocida como Marktplatz o la Pirámide a la figura del poeta Johann Peter Hebel, desde entonces cuando recorro las calles de esta joven ciudad alemana presiento atravesar las esquinas que un día las dobló el escritor. Espero leer más sobre él, sus poemas son exquisitos, al menos los que ya he leído, y, sobre todo, espero ejercitarme en el alemannisch. Grüessech jcca



(1) del latino vivarium. El paréntesis y el número 1 son míos.